A Esas Persona Especiales.
Nunca les ha pasado que cuando creen
que está todo perdido, que cuando todo se ve oscuro, que cuando crees no poder más,
cuando estas lleno de rencor y resentimiento, algo pasa.
La verdad debo confesar soy de esas
personas que tiende a ser muy comprensiva, cariñosa, espontánea y que muchas
veces tiende a ver siempre lo bueno de las cosas y las personas o bueno eso creo que soy aun! ¿Porque lo dudo?
Resulta que así como todo cambia nosotros también y es que han pasado tantas
cosas a lo largo de este corto tiempo que tengo de vida o como algunos amigos dirían se me exploto el
castillo de cuentos de hada en la cara que me ha hecho cuestionarme: ¿Que tanto vale
la pena ser como soy?, ¿Debo seguir confiando?, ¿Debo cambiar mi forma de ser?.
¿No les ha pasado?.
Y vuelvo a mi punto inicial cuando me
he sentido así algo pasa. Y ese algo es la AMISTAD.
Muchas veces perdemos la fe en las personas pero siempre habrá un amigo nuevo o
viejo (no importa cuál sea el caso, ya que el tiempo no condiciona la intensidad
de nuestras emociones y afecto) que nos dará su mano para hacernos ver, que aún se puede confiar y
eso me ha pasado hace poco. Es más una
de las razones por la cual escribo estas entradas es por una personita especial que sin saber cómo,
ni cuando empezó a ocupar un gran espacio en mi corazón. (A ella infinitas
gracias por motivarme y recordarme este hobbie que guardaba en algún lugar y
recuerda a estas alturas de la vida todos sabemos que una amistad no crece por
la presencia de las personas, sino por la magia de saber que aunque no las veas
las llevas en el corazón. Puede que llevemos día, semanas, meses e incluso años
sin vernos y que, cuando lo hagamos, el tiempo no haya pasado marmota).
Y es que no hay casualidades. Todo
tiene su razón de ser. Las personas no llegan a nuestra vida por suerte, juegos
de azar o caprichos divinos. Llegan porque tienen que llegar. Aparecen de las
formas más extrañas, raras, románticas, curiosas o simpáticas. A lo mejor no en
el momento que más esperábamos, pero sí, en el más adecuado. Aparecen no cuando
las pedimos, sino cuando estamos preparados para recibirlas. Esa es la mágica sincronía
de la vida.
Ahora entiendo cuando Jorge Luis Borges
(Escritor Argentino, uno de los autores más destacados de la literatura del
siglo XX) cuando en su poema el árbol de los amigos explicaba de una forma
hermosa podría decir las clases de amigos que tenemos a lo largo de nuestra
vida: “Existen personas en nuestras vidas
que nos hacen felices por la simple casualidad de haberse cruzado en nuestro
camino. Algunas recorren todo el camino a nuestro lado, viendo muchas lunas
pasar, más otras apenas las vemos entre un paso y otro. A todas la llamamos
amigos y hay muchas clases de ellos. Tal vez cada hoja de un árbol caracteriza
cada uno de nuestros amigos. El primero que nace del brote es nuestro papá y
nuestra mamá, nos muestra lo que es la vida. Después vienen los amigos
hermanos, con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer con
nosotros. Pasamos a conocer a toda la familia de hojas a quienes respetamos y
deseamos el bien. Mas el destino nos presenta a otros amigos, los cuales no
sabíamos que irían a cruzarse en nuestro camino. A muchos de ellos los
denominamos amigos del alma, de corazón. Son sinceros, son verdaderos. Saben cuándo
no estamos bien, saben lo que nos hace feliz. También existen aquellos amigos
por un tiempo, unas vacaciones, o unos días o unas horas. Ellos acostumbran a
colocar muchas sonrisas en nuestro rostro durante el tiempo que estamos cerca. Hablando
de cerca no podemos olvidar a los amigos distantes, aquellos que están en la
punta de las ramas y que cuando el viento sopla siempre aparecen entre hoja y
hoja. El tiempo pasa el verano se va, el otoño se aproxima y perdemos algunas
de nuestras hojas, algunas nacen en otro verano y otra permanecen por muchas
estaciones. Pero lo que nos deja más felices es darnos cuenta que aquellas que
cayeron continúan cerca, alimentando nuestra raíz con alegría. Son momentos de
recuerdos maravillosos de cuando se cruzaron en nuestro camino.”
Y es que es así tenemos distintos
tipos de amigos y en esta entrada agradezco a cada uno de mis amigos (personas
especiales), por estar ahí y entenderme, por eso a cada hoja de mi árbol le
deseo, paz, amor, salud, suerte y prosperidad. Hoy y siempre. Simplemente
porque cada persona que pasa en nuestra vida es única. Siempre deja un poco de
sí y se lleva un poco de nosotros.
Las alegrías y las tristezas de
nuestros amigos no son nuestras, ni las nuestras son suyas, pero ambos
disfrutamos cuando nos vemos felices. Sabiendo esto, no cabe duda de que lo
mejor que nos puede suceder en la vida es encontrar con quien reír, con quien
hablar y con quien llorar. Es gratificante saber que alguien se preocupa por tu
felicidad y que está pendiente de ti.
Encontrar una verdadera amistad es un
gran tesoro, es el ingrediente más importante en la receta de la vida. Los
amigos sinceros son aquellos que nos ofrecen espacio para crecer, que no ponen
límites en nuestra vida. Digamos que los amigos son capaces de recomponer
nuestros pedazos con un abrazo, a pesar de que minutos antes llegásemos a ellos
derrotados por la vida.
Los amigos escapan a cualquier orden
que queramos establecer. No son los primeros ni los últimos en nuestra lista de
prioridades, solo ocupan un lugar privilegiado y único para ellos, un espacio
especialmente creado para disfrutar del intercambio emocional entre dos
personas que se quieren.
Y es que ya en este punto la verdad es
que no es necesario tener muchos amigos, lo importante es tener los mejores. Y
es que, generalmente, los amigos se cuentan con los dedos de una mano.
Precisamente, es la escasez la que hace que una verdadera amistad no sea un tesoro,
sino una inmensa fortuna por algo dicen: que el amor es ciego, pero la amistad
es clarividente.
Y es por esto que agradezco a panda,
cerdito, conejo, marmota, abeja y el mono (ellos sabes quienes son :D) por
estar ahí algunos desde mucho antes a tal punto que me conocen perfectamente y otros desde
hace poco, pero que sin darse cuenta han reafirmado ciertos conceptos en mí, mil
gracias por estar ahí incondicionalmente y recuerden: “No camines delante de
mí, puede que no te siga. No camines
detrás de mí, puede que no sea un guía. Solo camina a mi lado y se mi amigo.” Albert
Camus.